Megan y Cass han estado unidas por sus pinceles desde que tienen uso de razón. Durante años, mientras pasan los veranos en una cabaña a orillas de un lago, han creado arte juntas: con arena, haciendo garabatos y con cualquier cosa que tuvieran a su alcance. Pero entonces Cass se mudó a Nueva York. Cuando Megan finalmente convence a sus padres para que la dejen ir a pasar una semana a la ciudad, Cass parece haber cambiado por completo. Ahora lleva tatuajes, la conocen todos los artistas de la ciudad, ¡hasta come patas de pollo! Al menos hay algo que no ha cambiado: el arte que crean juntas sigue siendo el mejor. Pero un día una de ellas traiciona la confianza de la otra en la víspera del que va a ser su mayor hito artístico. ¿Qué pasará con su amistad? ¿Y con su arte?
Cass y Megan llevan toda la vida veraneando juntas, son como hermanas y ambas aman el arte. Un verano sus caminos se separan, pero volverán a reunirse de adolescentes en Nueva York, donde ambas darán lo mejor de sí mismas y redefinirán su amistad.
Esta novela gráfica tiene unas ilustraciones muy curiosas, originales y bonitas, la verdad es que le vienen perfectas a la historia (a lo largo de la reseña os mostraré un poco el estilo de dibujo con imágenes para que veáis a sigue me refiero) porque son detalladas pero sencilla y siempre con la misma paleta de colores. Así que en cuanto edición y dibujo me ha encantado.
Ya entrando en la historia me ha parecido muy sencillita, nos habla de la amistad, de descubrirse a uno mismo y enfrentarse a los obstáculos y del arte, porque la pintura es otro elemento fundamental en la trama. Veremos como Cass y Megan van creciendo juntas, como van avivando sus sueños y como luchan por ellos, todo de manera muy natural. Puede que no sea la mejor novela del mundo, pero es muy cuqui y fácil de leer, te deja una buena sensación y en un par de horas lo has devorado.
Amistad y autorrealización en una novela gráfica preciosa.